No podría, ni aunque quisiera intentarlo con todas las fuerzas. Esto, no obstante, más que frustrar, debe tranquilizar: siempre es mejor saber cuando un camino está cerrado y es mil veces preferible al engaño y la pérdida de tiempo que involucra el seguir los caminos que, dulcemente abiertos al principio, se van haciendo espesura, y se vuelven espinosamente intransitables a medida que avanza el caminante en la marcha, tozudamente creyendo en la inicial promesa, hasta llegar al punto donde se ve ensotado por completo, sin habérselo propuesto, y teniendo que reconocer con amargura que debe deshacer lo andado y comenzar de nuevo. Sí, así es. Puede que suene resignado y repugnante, pero a veces es mejor un no que un quizás, créeme, se tacha y se sigue; tal es la verdadera corporeidad de la esperanza, de esto puedes tomar nota, y si ya tomada me la das, te la firmo.