No es justa esta guerra

antecedentes sobre este texto

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HDP

Este texto forma parte del material que vio la luz pública durante la recordada serie de hallazgos de pelotas (HDP) en Santiago a principios de los años 80. Entre marzo de 1981 y diciembre de 1983, documentos manuscritos de diversos autores desaparecidos fueron siendo encontrados escondidos dentro de pelotas de plástico, las que eran abandonadas por desconocidos, en canchas de tierra en diferentes puntos periféricos del Gran Santiago. El hallazgo del presente texto tuvo lugar en la población José Maria Caro, Lo Espejo, Santiago de Chile, 12 de julio de 1982.


No es justa esta guerra. La pelota encontrada conteniendo el texto “No es justa esta guerra”, estaba llena de arena de playa, y en su interior una pequeña botella conteniendo en dos hojas dobladas varias veces, el texto, manuscrito y usando un pluma de tinta. Este texto es el único de la serie encontrado en una botella, en una pelota de plástico. Como en otros casos, hay señales de abrasión y de sangre en los papeles.

No es justa esta guerra

Éramos parte de una flota
que navegaba segura
con las dulces proas
rompiendo en fulgor celeste
las crestas de las densas olas.

Éramos una flota florida
verdeciendo el día,
brincaban acompañando a las naves
los delfines
que saben de la sal,
del agua y de la suerte.

Pero
¿Qué norte nos ha soplado?
¿Qué molusco procaz desguaza los maderámenes?

Han empezado los cañoneos
– no es justa esta guerra –
El explosivo nos muestra los muertos
vientres de los peces
y se ve en el cielo el descarriado
régimen de los pájaros
aquel enseñado un día por el viento
a los volátiles.

No cabe aquí una causa fortuita.
Alguien nocturno descalibró
durante el sueño
los gobernalles,
y derivó mi nave sin norte
a quebrar las cuadernas de aquel bajel.

Gran Bulicame
en este gran Bulicame …

Desde aquí puedo ver las lágrimas de aquel capitán,
su mano fría contraída sobre una carta de marear.
un atroz malentendido nos aniquila.
Aquel desde allá puede ver que también yo estoy llorando,
mi mano fría contraída sobre una carta de marear.
nos aniquila un malentendido atroz.

Hacemos agua.
Abriremos fuego.
Ha habido un disturbio.
No podemos divisar ya los astros.
Sumidos nos hallamos en una mar bermeja.

Fue en la madrugada que nuestra florida flota
perdió el sentido
algo estalló dejando densa bruma roja
un sueño infausto obnubiló a los vigilantes
perdimos las costas.
– No es justa esta guerra -.

Aquí hay un joven negro que está llorando a mi lado,
dice que navegábamos con buen augurio,
que el sol y los peces
guiñaban la vida en la superficie tenue.

Pero ha habido un disturbio.
Alguien voló en la noche, descalabró los gobernalles
y alado
malguió mi nave a estrellarse contra aquel bajel.

No hay pena mayor,
sofocados en este gran Bulicame
rotos los corazones,
ha comenzado el cañoneo
¡Pólvora quemada seca mis lágrimas!
Un proyectil
desgarró ya las enhiestas arboladuras.

Éramos primores hacia occidente
juntos no había desdicha
ni terror
ante la danza siniestra de los sargazos.
Abrazados cantábamos al delfín
y bebíamos vino.

Pero alguien noctívago, alado, poderoso;
ha maleado los gobernalles
y ha bruñido olvidados filos.

No es justa esta guerra

Muchos nativos en su simpleza
se han sentado a morir en la cubierta
el metal caldeado enardece a los hombres,
una disputa pueril ha sido magnificada,
no logramos achicar.

El orden ha sido subvertido
el delfín se ha ido, y la ballena.
Estamos crujiendo porque alguien
atentó contra los barcos,
nos abraza un calamar de rojos ojos.
Alguien pernicioso desarticuló los gobernalles.

Un joven negro continúa sollozando
y están habiendo desmayos.
Ausente
prometo que saldremos.

Pero el orden ha sido subvertido
y nunca más volverá el gobierno a la flota,
yo lo sé dentro de mí;
el orden ha sido subvertido.

Negras ratas
están echándose a la negra agua
que como negra boca
consume estas negras naves.

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